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Cusco está enfermo

Cusco está muy enfermo desde hace 30 años. No es el único lugar del Perú enfermo, pero si es uno de los peores después del Coronavirus. Cómo un enfermo que nunca se ha tratado, ya no se puede decir con claridad lo que tiene. Sólo que está muy mal, por todas partes.

La economía, la corrupción, el abuso. Todos síntomas de una enfermedad que avanza y nos va matando, día a día. ¿Qué se puede hacer? La respuesta debería ser evidente: ¡Ir a médico! Seguro que en el hospital nos podrían dar las medicinas necesarias para terminar con nuestros dolores.

Pero la verdad es que eso, en el Cusco, no sirve. Porque en el Cusco el encargado de los cuidar a los enfermos, es el responsable de la misma enfermedad. En el Cusco, el “médico” es la política y los políticos. Supuestamente ellos son los que deberían entender la enfermedad del Cusco y tratarla, paso por paso, hasta sanarla. En cambio, están más preocupados de beneficiarse con sus cargos y enriquecerse a costa de los cusqueños.

El tiempo se acaba. ¿Podemos seguir confiando en quienes nos han enfermado para que nos sanen? La respuesta es clarísima: ¡NO! Pero el tiempo se acaba. ¿Qué podemos hacer?

¿Podemos salvar al Cusco?

Sí que se puede.
Para hacerlo, debemos buscar nuevos médicos, experimentados y con una gran preparación. Que se atrevan a decirnos la verdad y que, cueste lo que cueste, logren curar a nuestro querido pero enfermo Cusco.