Hasta no hace mucho, caminar por la Plaza de Armas era convivir con turistas de todo el mundo. Los hoteles contestaban llamadas obligados a decir: Disculpe estamos con ocupación total y no podemos recibir nuevas reservas.
Los turistas hacían cola en los restoranes, en las iglesias y para comprar artesanía, pero hoy la situación es al revés.
Los hoteles no reciben reservas, no hay cola en los restoranes y el comercio artesanal se queda con su mercadería.
Antes no había reservas porque estábamos llenos de turistas y hoy no hay reservas porque el turismo tiene miedo de venir, porque dejamos de ser el centro del mundo turístico del Perú, para convertirnos en el centro de protestas, marchas y un nivel de violencia que destruye todo a su paso.
Por eso debemos tomar una decisión entre dos alternativas:
La primera es seguir a los que marchan con violencia y destruirnos a nosotros mismos, o volver a trabajar y devolverle la vida, a nuestro Cusco, a nuestros hoteles, a nuestros restoranes y a nuestro comercio.
Solo así vamos a poder volver a decir con alegría que no hay reservas porque el turismo ha vuelto, porqué de la otra manera estaremos obligados a vivir sin reservas porque nadie vendrá.