Las madres cusqueñas no quieren que sus hijos se vayan, pero la situación es indignante. El Gobierno celebra que solo la mitad de nuestros niños tienen hambre, mismo motivo por el que los jóvenes dejan el Cusco. ¿Cómo no van a querer nuestros hijos, nuestras futuras generaciones, salir de aquí para crecer y desarrollarse? ¿Qué futuro nos queda? Nuestros jóvenes no quieren que sus hijos pasen el hambre que ellos pasaron.
Los políticos no ven nuestros problemas. Se miran los pies y no ven los estómagos vacíos de nuestros niños, nuestros problemas del día a día, el morir de frío o de neumonía. No ven los problemas por los que nuestros jóvenes dejan el Cusco en busca de un futuro distinto, alejado de la inanición.
La única forma de solucionar estos problemas es con un Estado que busque el desarrollo en lugares vulnerables. Es la solución para que nuestros niños se queden y hagan crecer el Cusco. Para eso debemos elegir bien y deben irse todos los políticos. Llevamos más de 30 años de miseria, elegimos al gobernante de turno que se lleva el país para la casa y nosotros seguimos sacrificándonos día a día. Indignémonos, somos invisibles para los políticos y seguimos teniendo hambre. No podemos enorgullecernos de que “solo” la mitad de nuestros niños tengan anemia y que nuestros jóvenes tengan que irse para crecer.