El Cusco, una vez vibrante ciudad en el corazón del Perú, se está convirtiendo en un pueblo fantasma debido a la falta de turistas. La pandemia de COVID-19 ya tuvo un impacto significativo en la economía local y ahora tenemos que agregar los paros, las crisis sociales y el abandono del Gobierno.
Como resultado, la delincuencia y la pobreza han aumentado y la situación se ha vuelto cada vez más desesperada.
En lugar de brindar apoyo a la comunidad y a los negocios que están luchando por sobrevivir a la actual crisis, los políticos se han olvidado de la importancia de Cusco como centro turístico y cultural.
Debemos revitalizar la economía y a brindar un futuro más brillante a la gente de Cusco. Eso depende únicamente de que se acabe la violencia y podamos trabajar.
En resumen, el abandono del gobierno y la crisis provocada el conflicto social, están matando el futuro de Cusco.