El sistema judicial en el Perú está en crisis. La mayoría de los peruanos, entre un 80% y 90%, cree que el Poder Judicial es corrupto y que no cumple con su deber de hacer justicia. Ante esta situación, es claro que necesitamos una reforma profunda, pero esta no puede incluir a jueces y fiscales como parte del proceso, porque ellos son parte del problema, no de la solución.
Durante años, el Poder Judicial ha sido controlado por intereses de ciertas ONG y agendas ideológicas que han distorsionado su imparcialidad. Esto ha generado más desconfianza en la ciudadanía. Por eso, resulta absurdo que los mismos jueces y fiscales que han permitido este deterioro quieran participar en una reforma que busca cambiar un sistema del que ellos han sido responsables.
Para que haya un verdadero cambio, lo primero es que estos jueces y fiscales corruptos se vayan para no volver. La reforma debe empezar desde cero, con nuevas autoridades que estén comprometidas con la justicia, no con intereses personales ni con agendas políticas.
El Perú merece un sistema judicial que sea justo, independiente y transparente. No podemos seguir tolerando un Poder Judicial que solo beneficia a unos pocos y que no responde a las necesidades de la gente. Es hora de actuar y empezar a construir un sistema que recupere la confianza de todos los peruanos. La reforma judicial no puede esperar más.