El Estado peruano hace agua. No fiscaliza y si tiene que fiscalizar lo hace mal. O simplemente cierra los ojos ante sus obligaciones tras aceptar coimas.
El Hotel Sheraton era un aporte para Cusco. Atrae turistas, coloca un alojamiento de primer nivel en el Cusco y es un aporte para la economía cusqueña. Pero ¿Qué pasó? Problemas durante su construcción, dado de que quisieron hacer más de lo que tenían permitido y que destruyeron unos muros incaicos. ¿De quién es la culpa? ¿Del que quiere hacer un aporte en la ciudad o de quién tenía que fiscalizar?
El Estado debe estar al servicio de las personas y no al revés. No deberíamos haber llegado a esto, perder millones de dólares y afectar la imagen de la ciudad. La Empresa debe ser responsable con la comunidad, pero el primero que debe advertir un error es el Estado fiscalizador. Llegar a tener que demoler es un fracaso para todos.
Hoy, tanto la municipalidad como la Dirección Desconcentrada de Cultura de Cusco están obligadas a cubrir los gastos derivados de la demolición de la infraestructura. Asimismo, tienen la responsabilidad de restaurar los muros incas. ¿40 millones de dólares que saldrán de dónde?
¿En serio nadie se dio cuenta de que estaban construyendo más de lo permitido? ¿O le convenía a alguien?
Como sabemos, en este país todo se soluciona con coima y hoy, los mismos que cerraron los ojos ante tal construcción deben conseguir la plata para demoler. Perdimos todos y por culpa de los ciegos que nos gobiernan.