Mientras en provincias como Espinar o Quillabamba las familias sufren por la inseguridad, la fiscal de la Nación, Delia Espinoza, sigue tomando decisiones que protegen más a los criminales que al pueblo.
Por un lado, quiere anular la ley que permite juzgar como adultos a los delincuentes de 16 y 17 años. Y por otro lado, nombra en cargos clave a fiscales vinculados a la corrupción. ¿Ese es el “nuevo rostro” de la lucha anticorrupción?
Porque la corrupción en el sistema de justicia no solo tapa ladrones de cuello blanco. También le abre la puerta a la delincuencia que mata en las esquinas.
Y así, los únicos que terminan pagando la fiesta de los caviares… somos nosotros.
El Perú necesita fiscales con coraje, y no politizados. Necesita leyes que protejan a la gente honesta, no a los criminales. Y sobre todo, necesita cortar de raíz a los que usan la justicia como escudo para su mafia.
No se puede tener paz con una justicia manejada por intereses. No se puede hablar de seguridad cuando la ley es blanda con los que disparan. Necesitamos fiscales para el pueblo, no para la caviarada.